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El cuento corto deja a la imaginación del lector algunos momentos que, por haber sido soslayados para el autor, satisfacen a aquel con la prodigalidad de un encuentro feliz por inesperado al permitir que, su imaginación, sin límites y sin fronteras, las del leyente, ponga otros ángulos inéditos, consecuencia de la precariedad de sus páginas, nunca de las ideas vertidas y las conclusiones halladas. Así al menos fueron los resultados obtenidos tras una reunión de escritores sobre el tema y debo añadir que particularmente yo, algo lejano a tales creencias, tuve entonces tiempo de escuchar los desenlaces, también de los oyentes, que igualmente de interesados asistían al evento, para cambiar, de hoz y coz, con el pensamiento que hasta allí me llevó. Con tales consecuencias y el cambio de pensar, fueron llevados a estas páginas los cuentos que hoy lector tienes en tus manos, narraciones cortas así escritas para llegar a cuantos llegaron, mejor, que llegamos, pues ya sin salir de la velada, cambié de parecer para unirme a la mayoría y a sus razones, que así de raudo me convencieron, pues las encontré lógicas y naturales. Espero, pensando siempre en lo adecuado para el lector que entretenga sus ocios con estas páginas y que en ellas transite, no haberme confundido y su lectura les abra camino, vereda interminable, donde su imaginación, al socaire del escribiente, saque otras mil conclusiones más, ya que las quimeras y las clarividencias, bien sabemos que no tienen límite.
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