Vivimos una época de transformación, en la cual, la literatura, está siendo relegada a segundo plano o convertida
en un evento puramente circunstancial, irrelevante, y en competencia con todos los objetos que el mercado nos empuja
a comprar, perdiendo así su valor vital y fundamentalmente crítico en la construcción del imaginario general. En este
contexto, Patricia de Souza vuelve con esta nueva novela que recorre diferentes zonas geográficas interiores y territoriales.
La autora construye un Yo mayúsculo en femenino, con una voz más potente, más alta. Es una escritura rebelde, y la
autora lo sabe, por lo que nos conduce de la mano a asomarnos a esos límites del lenguaje. Este libro nos recuerda
que la escritura nos integra en una realidad imprevisible, de una intensidad que nos sacude nuestra inercia, alimentada por
la rutina y el trajín de la vida moderna. Ir lento, detenerse en los detalles (cada escena es una invitación a obtener otra
mirada), como si estuviésemos en lo alto de la copa de un árbol y el mundo estuviese a nuestros pies, latiendo con un
corazón alocado por el que circula sangre caliente. La autora Patricia nació en Perú (1964), en la región andina de
Ayacucho. Estas experiencias en contacto con la naturaleza monumental de los Andes peruanos se notan en algunas de
sus novelas más importantes, La mentira de un fauno (Lengua de Trapo,1996) y en El último cuerpo de Úrsula (Seix Barral,
2000), aunque también se percibe en Stabat Mater (Debate 2001) o en Electra en la ciudad (Alfaguara 2006). Durante su
infancia, la familia se instala cerca de Lima, en el suburbio de Chaclacayo, donde su contacto con la naturaleza se seguirá
alimentando de experiencias sensoriales, lo que se percibe muy bien en la sensualidad de su escritura. A los 18 años parte
a Francia, y es cuando el choque cultural entre realidades muy distintas, dará forma a una escritura muy personal. Frecuenta
3 los cafés de un París, que ya no es el centro del mundo , aunque algunos encuentros con autoras de la talla de Nathalie
Sarraute o Annie Ernaux hayan dejado huella en ella. El hecho de haber hecho una tesis en literatura comparada en La
Sorbona sobre Flora Tristán y Lautréamont, la han llevado a reflexionar sobre su propio proceso. Es una de las pocas
autoras que tiene una visión muy crítica de la literatura escrita por mujeres. Como a Flora Tristán, le interesa nombrar , dejar
alimentar el capital simbólico dominante y liberarse del lastre masculino: poner claridad ahí donde hay turbulencia. Por eso,
su trabajo gira en torno a una lectura crítica del discurso que domina la identidad de género, deconstruyéndolo y
proponiendo nuevos retos a la literatura contemporánea. Estos temas están presentes en algunos de sus artículos y textos
ensayísticos como Eva no tiene paraíso y su más reciente ensayo, Descolonizar el lenguaje (Libros de la mujer rota, Chile
2016). Patricia de Souza se interesa sobre todo por los usos y problemas con el idioma castellano, su ejercicio de memoria y
la construcción de la historia como forma de dominación del imaginario colectivo, así como la idea de la literatura como
nexo y vínculo social que se expresa mejor en su trabajo como traductora. Para Patricia es necesario crear otros
modelos femeninos" que rompan definitivamente con la dominación simbólica. Esto hace que en algunos de sus libros
subyazca una forma de meta-discurso que se relaciona con la recepción de su obra, de la cual las novelas más
representativas son Electra en la ciudad y El último cuerpo de Úrsula.
Patricia ha traducido poesía de Michel Leiris y una novela de Jean Echenoz. Ha colaborado en la obra colectiva Líneas
aéreas (Lengua de Trapo 1999). Después de varios años viviendo en México y Venezuela, se instaló en el sur de
Francia.
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